Y... ¡Otra vez la burra al "Maiz"!
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Imagen: Ce chat c'est moi.
EL ETERNO FANTASMA DEL SECTARISMO
EN LA IZQUIERDA.
Por: Gabriel Castillo-Herrera.
Durante el periodo que transcurrió del desafuero del entonces Jefe de Gobierno del D. F. al 1 de diciembre del pasado año, López Obrador logró unificar en torno de su persona a la mayoría de la izquierda mexicana; salvo a los seguidores de Cárdenas –que no fueron tantos- y a los marquianos. Más que “en torno a su persona”, como dije, –corrijo- en torno al PRD como fuerza política partidaria, lo cual no es poca cosa.
Nunca como entonces se había logrado aglutinar a la izquierda mexicana en forma tan consistente; y fue de tal magnitud que el Estado se vio precisado a utilizar todos los recursos legaloides y trampas para impedir que Andrés Manuel llegara a la presidencia.
Además, no sólo atrajo la participación de quienes se dedican a la política, sino de una gran fuerza ciudadana atraída y conjuntada bajo la convicción de que “Por el bien de todos, primero los pobres”. Se hizo posible forjar un verdadero frente popular que llegó a manifestarse y movilizarse de una manera sin precedente en toda la historia de México.
¿Qué enseñanza nos dejó, no López Obrador sino la realidad concreta experimentada durante ese periodo? No parece difícil la respuesta: mantener la unión; pero no en torno de un líder (quien así lo crea, no entendió nada; sigue esperando un mesías y la Tierra Prometida), sino de –como mil veces lo dijo Obrador- la gente. La gente que espera luchar y trabajar al lado de la izquierda porque los gobiernos del PRI y del PAN no han cumplido sus añejas promesas de bienestar; y, en cambio, favorecen a los señores del dinero.
Sin embargo, parece que tales enseñanzas cayeron en barril sin fondo. Vuelven a escucharse voces dentro de la izquierda mexicana inmersas en el perredismo. Que... “Marcelo no respetó los acuerdos con López Obrador”; que si el “bueno” para el 2012 es uno o el otro; que si aquél se está rodeando de ex priístas; que si ¿con quién estás? Todo esto no hace sino crear el divisionismo; los únicos “acuerdos” válidos y con quien se debe estar es con la gente.
Y se meten de cabeza en la trampa, que ni siquiera es su propia trampa, sino de los poderosos. Cuando se debiera aprovechar la coyuntura de que el PRI y el PAN (y el propio Estado) se encuentran enfrentando fisuras internas (y, de otro lado, el encarecimiento de los artículos de primera necesidad), se empieza a manifestar lo mismo dentro del PRD a pesar de que la realidad –terca como es- nos embarró en la cara que la única forma de enfrentar al sistema es mantener una férrea disciplina para consolidar un amplísimo frente popular en torno al partido, lo que será imposible sin una –también- férrea unión de éste y los partidos afines como crisol de la participación de la gente.
¿Cuándo se entenderá que lo importante no son los personajes, “las corrientes”, ni los grupos políticos sino una transformación de la sociedad que acabe con los privilegios y la corrupción, de un lado, y las condiciones de miseria que privan en el otro?
Los enemigos están en la acera de enfrente: esos que siguen pensando que lo importante es atraer inversiones a la Tierra del Futuro (si es que algo significara semejante bobada calderoniana, sin sentido, que debió ser la mofa de los asistentes a Davos) para crear más riqueza que a fin de cuentas sólo se reparte entre los más ricos -de dentro y fuera de nuestras fronteras- que apaciguan sus buenas conciencias con misericordiosas dádivas.
En fin, la gente, con o sin el partido, se llevará “entre las patas” a los sectarios y a los acomodaticios cuando, por necesidad, llegue el momento de la verdad.
Y ese, por ventura o desventura –según se vea-, no está lejos.
Correo: arbolperenne@yahoo.com.mx
Por: Gabriel Castillo-Herrera.
Durante el periodo que transcurrió del desafuero del entonces Jefe de Gobierno del D. F. al 1 de diciembre del pasado año, López Obrador logró unificar en torno de su persona a la mayoría de la izquierda mexicana; salvo a los seguidores de Cárdenas –que no fueron tantos- y a los marquianos. Más que “en torno a su persona”, como dije, –corrijo- en torno al PRD como fuerza política partidaria, lo cual no es poca cosa.
Nunca como entonces se había logrado aglutinar a la izquierda mexicana en forma tan consistente; y fue de tal magnitud que el Estado se vio precisado a utilizar todos los recursos legaloides y trampas para impedir que Andrés Manuel llegara a la presidencia.
Además, no sólo atrajo la participación de quienes se dedican a la política, sino de una gran fuerza ciudadana atraída y conjuntada bajo la convicción de que “Por el bien de todos, primero los pobres”. Se hizo posible forjar un verdadero frente popular que llegó a manifestarse y movilizarse de una manera sin precedente en toda la historia de México.
¿Qué enseñanza nos dejó, no López Obrador sino la realidad concreta experimentada durante ese periodo? No parece difícil la respuesta: mantener la unión; pero no en torno de un líder (quien así lo crea, no entendió nada; sigue esperando un mesías y la Tierra Prometida), sino de –como mil veces lo dijo Obrador- la gente. La gente que espera luchar y trabajar al lado de la izquierda porque los gobiernos del PRI y del PAN no han cumplido sus añejas promesas de bienestar; y, en cambio, favorecen a los señores del dinero.
Sin embargo, parece que tales enseñanzas cayeron en barril sin fondo. Vuelven a escucharse voces dentro de la izquierda mexicana inmersas en el perredismo. Que... “Marcelo no respetó los acuerdos con López Obrador”; que si el “bueno” para el 2012 es uno o el otro; que si aquél se está rodeando de ex priístas; que si ¿con quién estás? Todo esto no hace sino crear el divisionismo; los únicos “acuerdos” válidos y con quien se debe estar es con la gente.
Y se meten de cabeza en la trampa, que ni siquiera es su propia trampa, sino de los poderosos. Cuando se debiera aprovechar la coyuntura de que el PRI y el PAN (y el propio Estado) se encuentran enfrentando fisuras internas (y, de otro lado, el encarecimiento de los artículos de primera necesidad), se empieza a manifestar lo mismo dentro del PRD a pesar de que la realidad –terca como es- nos embarró en la cara que la única forma de enfrentar al sistema es mantener una férrea disciplina para consolidar un amplísimo frente popular en torno al partido, lo que será imposible sin una –también- férrea unión de éste y los partidos afines como crisol de la participación de la gente.
¿Cuándo se entenderá que lo importante no son los personajes, “las corrientes”, ni los grupos políticos sino una transformación de la sociedad que acabe con los privilegios y la corrupción, de un lado, y las condiciones de miseria que privan en el otro?
Los enemigos están en la acera de enfrente: esos que siguen pensando que lo importante es atraer inversiones a la Tierra del Futuro (si es que algo significara semejante bobada calderoniana, sin sentido, que debió ser la mofa de los asistentes a Davos) para crear más riqueza que a fin de cuentas sólo se reparte entre los más ricos -de dentro y fuera de nuestras fronteras- que apaciguan sus buenas conciencias con misericordiosas dádivas.
En fin, la gente, con o sin el partido, se llevará “entre las patas” a los sectarios y a los acomodaticios cuando, por necesidad, llegue el momento de la verdad.
Y ese, por ventura o desventura –según se vea-, no está lejos.
Correo: arbolperenne@yahoo.com.mx
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