LA JUSTICIA INMANENTE
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LA JUSTICIA INMANENTE.
Por Gabriel Castillo-Herrera.
Se ha girado auto de formal prisión a Luis Echeverría Álvarez, presidente de México de 1970 a 1976, por genocidio.
Sin embargo, no deja de ser un golpe mediático a favor del gobierno foxista en el penúltimo día de su mandato, pues el ex presidente no pisará la cárcel ni acudirá a juzgado alguno debido a su avanzada edad.
Como vivimos en un régimen archi súper democrático, según el mandatario saliente (non plus ultra, isn’t it?), todo ciudadano tiene derecho a contar con un abogado que lo defienda y promueva juicios de amparo que lo protejan de los abusos de autoridad. Y desde luego que con el que cuenta ya prepara la contraofensiva para la absolución como presunto genocida.
Aparte del argumento mencionado en el segundo párrafo, Juanito Trinquetes, especialista en lograr la exoneración de malandrines políticos y de cuello blanco, buscará que los delitos sean considerados prescritos; además, echar por tierra la acusación de genocidio en virtud de que, dice, este ilícito no es aplicable puesto que supone el exterminio de un sector de la sociedad, lo cual no es aplicable al caso del movimiento del ’68 y, por tanto, carece de fundamento el auto de formal prisión que ni lo perjudica ni lo beneficia, sino todo lo contrario, como alguna vez afirmara su cliente.
Con abogados así y con instituciones encargadas de impartir justicia como las mexicanas, pueden dormir tranquilos todos los bribiescas, ulises, salinas, foxes, diegos, ugartes, kameles, felipillos, martas y demás etcéteras: si dentro de cuarenta años alguien los llama a cuentas ante la ley –en la Justicia Inmanente confían- evadirán la justicia por ser unos venerables ruquitos.
Dios quiera que así sea y que no aparezcan pejes en el camino.
Por Gabriel Castillo-Herrera.
Se ha girado auto de formal prisión a Luis Echeverría Álvarez, presidente de México de 1970 a 1976, por genocidio.
Sin embargo, no deja de ser un golpe mediático a favor del gobierno foxista en el penúltimo día de su mandato, pues el ex presidente no pisará la cárcel ni acudirá a juzgado alguno debido a su avanzada edad.
Como vivimos en un régimen archi súper democrático, según el mandatario saliente (non plus ultra, isn’t it?), todo ciudadano tiene derecho a contar con un abogado que lo defienda y promueva juicios de amparo que lo protejan de los abusos de autoridad. Y desde luego que con el que cuenta ya prepara la contraofensiva para la absolución como presunto genocida.
Aparte del argumento mencionado en el segundo párrafo, Juanito Trinquetes, especialista en lograr la exoneración de malandrines políticos y de cuello blanco, buscará que los delitos sean considerados prescritos; además, echar por tierra la acusación de genocidio en virtud de que, dice, este ilícito no es aplicable puesto que supone el exterminio de un sector de la sociedad, lo cual no es aplicable al caso del movimiento del ’68 y, por tanto, carece de fundamento el auto de formal prisión que ni lo perjudica ni lo beneficia, sino todo lo contrario, como alguna vez afirmara su cliente.
Con abogados así y con instituciones encargadas de impartir justicia como las mexicanas, pueden dormir tranquilos todos los bribiescas, ulises, salinas, foxes, diegos, ugartes, kameles, felipillos, martas y demás etcéteras: si dentro de cuarenta años alguien los llama a cuentas ante la ley –en la Justicia Inmanente confían- evadirán la justicia por ser unos venerables ruquitos.
Dios quiera que así sea y que no aparezcan pejes en el camino.
posted by Gabriel Castillo-Herrera @ 2:37 PM
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