Gabriel Castillo-Herrera

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La violencia social institucionalizada.

Por: Gabriel Castillo-Herrera.

La violencia social institucionalizada es lo que la política oficial llama “paz social”.

Primer acto:

Ha quedado sellado el pacto entre el PRI y el PAN.

En un acto político llevado a efecto el día de ayer, Calderón “reconoció” el papel del tricolor en el devenir del México actual. Beltrones, en correspondencia, le dio la seguridad del apoyo de su bancada para hacer valer el Estado de Derecho, la paz social y sostener la gobernabilidad; en fin: todo lo que de ordinario se asevera.

Felipe, casi en el delirio de la complacencia, manifestó que aprendió mucho del PRI; sin embargo, mientras estuvo en campaña, no cesó de culpar –al igual que su antecesor y su partido- a ese instituto político de todos los males heredados. ¡Vaya que creemos que resultó un buen discípulo del tricolor! Vaya que resultó aplicadísimo en el arte del doble discurso teórico del “no pero sí; aunque lo más probable es que quién sabe, eso es claro y sin embargo existe la duda”.


Segundo acto:

Oaxaca “…es una ciudad que ya se está normalizando”, dice URO después del enfrentamiento más álgido entre la APPO y la PFP, en tanto que el “vocerito” afirma que el país está en paz y tranquilidad salvo en puntos “muy localizados (…) son puntos de la geografía”. Sí, un puntote que cubre todo el mapa del país. Paz social, paz social.

Tercer acto:

Un gobernador “teco” que no atiende las recomendaciones de la CNDH, mismas que se ganó a pulso por utilizar los buenos oficios del “big stick” como mecanismo de “diálogo” con sectores inconformes, será el próximo Secretario de Gobernación. Con un encargado de la política interior así, seguro que arreglará -pacificará socialmente- el conflicto en Oaxaca en “dos por tres”… PFP’s; y si se descuidan, con el ejército.

Y Germánico Martínez (¡Heil!) tendrá a su encargo castigar a funcionarios irresponsables; sí, de la misma manera (irresponsable, desde luego) con la que actuó, como representante del PAN ante el IFE, defendiendo la campaña sucia que los medios llevaron a efecto contra López Obrador.


¡Abajo el telón!:

No, quien se vino abajo fue el dueño del Rancho San Cristóbal y quedó como el caballo blanco.


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