Calderón: El hombre gris
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EL HOMBRE GRIS.
Por Gabriel Castillo-Herrera.
Desde el primero de diciembre pasado, por si alguien no se ha enterado, la Presidencia de la República, la que avaló el TEPJF, está ocupada. Se la regalaron a un hombre oscuro, gris, que solamente puede hacerse notar a base de golpes efectistas, mediáticos; igual que su antecesor.
Este hombre sólo tiene un discurso: “No toleraremos (...) aplicaremos todo el peso de la ley”. Amenaza, pero ya hemos podido constatar, en tan sólo mes y medio, que de ahí no pasa. Parece ser que sus compromisos con las elites de poder son más fuertes.
Muchos “operativos” contra el hampa organizada; pero los asesinatos del bajo mundo siguen su curso; en menor escala, pero nada los detiene. Inclusive, en su partido y, peor aún, han tocado a un miembro de su familia política.
Personaje gris que vuelve a lanzar su perorata condenatoria hacia los especuladores del maíz; y... ni maiz. En vez de enviarlos a la cárcel, como prometió, se funde en un abrazo con Roberto González, dueño de MASECA, uno de los causantes del encarecimiento de la tortilla. Así aplica “...todo el peso de la ley”: autorizando un incremento en el precio del alimento número uno de la canasta básica; el alimento tradicional de las clases populares, mientras que el salario mínimo, prácticamente, se mantuvo estático. Así “lucha” el gobierno calderoniano contra los monopolios.
Así cumple su promesa de campaña en lo concerniente al “combate frontal contra la pobreza”, mostrando su debilidad ante los oligopolios; grupos económicos carroñeros que lo impulsaron al poder a los que ahora tiene que corresponder.
Carroñeros, porque recogen lo que los grandes consorcios internacionales dejan. Aquí, el asunto de fondo es que los Estados Unidos, ante el inminente agotamiento del petróleo, están desarrollando la producción de nuevos energéticos a partir de productos agrícolas tales como el maíz y la caña de azúcar. Ante ello, demandan más insumos. El año próximo vence el plazo de gracia que se dio a México para que diversos productos del campo, entre ellos el maíz, puedan cruzar la frontera sin aranceles. Como el desarrollo de las condiciones para la producción de bioenergéticos requiere más cantidad del grano, los “amigos americanos” están forzando la situación para adelantar un año las condiciones arancelarias pactadas en el TLC. Y México –mejor dicho, el gobierno calderoniano- cede. Cede ante las presiones extranjeras y, en México, beneficia a los carroñeros y perjudica a las clases populares.
Y, como entre los gringos también pululan los carroñeros, ¿quién asegura que no se lleve a cabo un negocio redondo (tan redondo que se convierta en círculo) y México importe, sin el correspondiente pago de aranceles, el mismo maíz que los EU’s le requieran?; claro, a precios más altos. Bisnes ar bisnes, mai fren!
Mientras, el petróleo va a la baja. Al hombre gris se le ocurre invitar a invertir en México a los petroleros expropiados en Bolivia y Venezuela. No importa que la Constitución no lo permita, para eso hay tratos en su terreno (lo oscuro); si no, que lo diga su cercanísimo colaborador Juan Camilo Mouriño.
La economía de nuestro país sigue dependiendo, en gran medida, del hidrocarburo. ¿Qué sucederá si los ingresos por su comercialización se comparten con el empresariado, privado, de otras partes del mundo? Lo obvio: el nivel de obtención de divisas sería menor. “¡ No, qué va! ¡Sólo participarían en el desarrollo de la petroquímica, en tanto México hace lo propio!”. Eso habría que verlo; además: ¿cómo lo haría nuestro país si se destinan ínfimos presupuestos a Ciencia y Tecnología?
El Hombre Gris se justifica: “la inversión crea empleos”. Sí, como no sean empleos de mojado en los Estados Unidos, no se vislumbra otra opción. Pero para ello, desde su campaña amenazó (como es su costumbre, con pura verborrea) a los gringos: “...nos vamos a seguir saltando las bardas”.
Por Gabriel Castillo-Herrera.
Desde el primero de diciembre pasado, por si alguien no se ha enterado, la Presidencia de la República, la que avaló el TEPJF, está ocupada. Se la regalaron a un hombre oscuro, gris, que solamente puede hacerse notar a base de golpes efectistas, mediáticos; igual que su antecesor.
Este hombre sólo tiene un discurso: “No toleraremos (...) aplicaremos todo el peso de la ley”. Amenaza, pero ya hemos podido constatar, en tan sólo mes y medio, que de ahí no pasa. Parece ser que sus compromisos con las elites de poder son más fuertes.
Muchos “operativos” contra el hampa organizada; pero los asesinatos del bajo mundo siguen su curso; en menor escala, pero nada los detiene. Inclusive, en su partido y, peor aún, han tocado a un miembro de su familia política.
Personaje gris que vuelve a lanzar su perorata condenatoria hacia los especuladores del maíz; y... ni maiz. En vez de enviarlos a la cárcel, como prometió, se funde en un abrazo con Roberto González, dueño de MASECA, uno de los causantes del encarecimiento de la tortilla. Así aplica “...todo el peso de la ley”: autorizando un incremento en el precio del alimento número uno de la canasta básica; el alimento tradicional de las clases populares, mientras que el salario mínimo, prácticamente, se mantuvo estático. Así “lucha” el gobierno calderoniano contra los monopolios.
Así cumple su promesa de campaña en lo concerniente al “combate frontal contra la pobreza”, mostrando su debilidad ante los oligopolios; grupos económicos carroñeros que lo impulsaron al poder a los que ahora tiene que corresponder.
Carroñeros, porque recogen lo que los grandes consorcios internacionales dejan. Aquí, el asunto de fondo es que los Estados Unidos, ante el inminente agotamiento del petróleo, están desarrollando la producción de nuevos energéticos a partir de productos agrícolas tales como el maíz y la caña de azúcar. Ante ello, demandan más insumos. El año próximo vence el plazo de gracia que se dio a México para que diversos productos del campo, entre ellos el maíz, puedan cruzar la frontera sin aranceles. Como el desarrollo de las condiciones para la producción de bioenergéticos requiere más cantidad del grano, los “amigos americanos” están forzando la situación para adelantar un año las condiciones arancelarias pactadas en el TLC. Y México –mejor dicho, el gobierno calderoniano- cede. Cede ante las presiones extranjeras y, en México, beneficia a los carroñeros y perjudica a las clases populares.
Y, como entre los gringos también pululan los carroñeros, ¿quién asegura que no se lleve a cabo un negocio redondo (tan redondo que se convierta en círculo) y México importe, sin el correspondiente pago de aranceles, el mismo maíz que los EU’s le requieran?; claro, a precios más altos. Bisnes ar bisnes, mai fren!
Mientras, el petróleo va a la baja. Al hombre gris se le ocurre invitar a invertir en México a los petroleros expropiados en Bolivia y Venezuela. No importa que la Constitución no lo permita, para eso hay tratos en su terreno (lo oscuro); si no, que lo diga su cercanísimo colaborador Juan Camilo Mouriño.
La economía de nuestro país sigue dependiendo, en gran medida, del hidrocarburo. ¿Qué sucederá si los ingresos por su comercialización se comparten con el empresariado, privado, de otras partes del mundo? Lo obvio: el nivel de obtención de divisas sería menor. “¡ No, qué va! ¡Sólo participarían en el desarrollo de la petroquímica, en tanto México hace lo propio!”. Eso habría que verlo; además: ¿cómo lo haría nuestro país si se destinan ínfimos presupuestos a Ciencia y Tecnología?
El Hombre Gris se justifica: “la inversión crea empleos”. Sí, como no sean empleos de mojado en los Estados Unidos, no se vislumbra otra opción. Pero para ello, desde su campaña amenazó (como es su costumbre, con pura verborrea) a los gringos: “...nos vamos a seguir saltando las bardas”.
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