Thursday, October 28, 2010

EL TIRO POR LA CULATA

Por: Gabriel Castillo-Herrera.

Después del fraude electoral de 1988, cuyo beneficiario fue el creador del esperpento pomposamente llamado “Liberalismo Social”, Carlos Salinas de Gortari, personajes de la sociedad civil se dieron a la tarea de crear un organismo electoral que fuera capaz de dar certidumbre a los ciudadanos de que su voto sería respetado; para ello era necesario que tal organismo se desligara completamente de instancias gubernamentales pues, como se puede recordar, los procesos de sufragio eran atribución de una comisión que dependía de la Secretaría de Gobernación y el titular de esta fungía como el más alto comisionado, lo cual –en los hechos- le daba al partido en el poder –el PRI- el estatus de juez y parte.
Así que una sociedad que se preciaba de estar dirigiéndose hacia la democracia se dio al júbilo cuando se logró quitarle de las manos al gobierno federal los procesos para elegir a sus gobernantes a todos los niveles.
Tal que hace 20 años –los cuales se están festejando por estos días- se creó el Instituto Federal Electoral (IFE) y con ello se dio un gran salto en la historia de nuestro país. A partir de entonces, las tareas y resultados de las votaciones dejaron de ser tan cuestionados como antes de la creación del Instituto. Pero poco duró el gusto: habiendo cesado en sus funciones los primeros comisionados, algunos de quienes los suplieron en la renovada gestión, desde un inicio, fueron acusados de parcialidad, pero la lucha de poderes que tras de ellos se movía se impuso: varios de los consejeros estaban vinculados a los poderes fácticos, a los partidos y al gobierno. Así, el IFE perdió su calidad de independencia, de ente democrático. Hoy nadie ignora la cercanía de Ugalde (Consejero Presidente en las controvertidas elecciones del 2006) con Ma. Esther Gordillo. Las campañas electorales que precedieron a las votaciones de 2006 y el resultado de las mismas –encaminadas a impedir que el candidato de izquierda, Andrés Manuel López Obrador, asumiera la primera magistratura del país son muestras palpables de que el IFE –y el TEPJF (Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación)-, a pesar de ser instituciones autónomas del gobierno, sirvieron de ariete para derrumbar al candidato de oposición: como en los viejos tiempos (1988), cuando el propio gobierno se levantaba como colegio electoral.
¿Qué hemos avanzado? Sólo en forma, el contenido es el mismo.
Hace unos cuantos días, con motivo del vigésimo aniversario del IFE, se invitó a dar una conferencia a ¡Carlos Salinas de Gortari!; precisamente quien ascendió al poder mediante un fraude electoral que motivó o inspiró la creación del Instituto. ¡Qué aberración! ¿A quiénes se les ocurrió invitarlo? A neófitos (lo dudo), a cretinos (es posible) o a incondicionales infiltrados en el IFE (es seguro). ¿Qué tuviera que decir, ante un organismo que –originalmente- se creó para combatir la injerencia de instancias gubernamentales y el fraude electoral, quien se apoderó de la presidencia mediante la injerencia gubernamental y el fraude?
Más recientemente, el día 20 del mes en curso, el IFE citó a AMLO a rendir cuentas bajo la acusación de estar contraviniendo las leyes electorales por estar adelantándose al periodo de campañas (por spots que promueve el PT por radio y televisión). (Cabría preguntar: ¿cuándo citan al “Glostora” Peña Nieto, que lleva en campaña subliminal desde ya hace un buen tiempo y a, su casa de campaña, Televisa?) Y, peor aún, para que respondiera por ¡afectar la imagen presidencial! Ahora resulta que el IFE fue constituido para defender la imagen del presidente. Se me ocurre que para responder al denuesto de la institución presidencial, en el caso de que el IFE tuviera esas atribuciones, habría que citar al propio Felipe Calderón.
Tiro por la culata. A partir del hecho, muchos ciudadanos se darán cuenta que de lo que se trata es de empezar con la nueva versión de la “Operación Cerrarle el Camino a AMLO para el 2012”. Y eso, más que perjudicarlo, le agrega simpatías al tabasqueño, en un escenario en que la derecha representada por el PAN, el PRI y hasta inserta en el PRD daba por muerto al movimiento lopezobradorista.

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