Sunday, September 19, 2010

Para comprender el hoy, en la Historia de México (Parte 23)

Volvamos al asunto de la unipolaridad y la multipolaridad mencionadas párrafos arriba.

Hemos afirmado que así como la historia de un individuo no se explica por sí misma, sino por la de multiplicidad de determinaciones que le acompañan dentro y fuera de sí, tampoco la de los pueblos. Así pudimos verlo cuando explicamos el nacimiento de nuestro país a partir del movimiento independentista; así cuando nos referimos a la Reforma, a la Revolución, a la expropiación petrolera, al mismo Movimiento del ’68, etc. Y así lo haremos para explicarnos el hoy.

Para los detractores del comunismo, la desintegración de la URSS significó el triunfo de la “democracia” sobre un régimen “totalitario” que negaba la “libertad” y que destruía la individualidad. Lo anterior no deja de ser sino una visión forjada desde el ámbito ideológico y desde dos perspectivas: la que tiene intereses en contra y la del desconocimiento. Así que, desde esas perspectivas, vino un corolario: “Marx ha muerto”, “El socialismo (y el comunismo) fueron utopías”; criterios que parten de la pretensión de borrar la historia, del querer ignorarla; pues bajo un criterio objetivo –ya lo dijimos- se vería que la Historia no muestra otra cosa diferente a que la humanidad ha luchado desde tiempos inmemoriales por la socialización de todo lo que hace posible la vida (la Economía, que vista así no trata de “negocios” sino de cuestiones que atañen al ser, al uno mismo y al existir como conglomerado: la raíz etimológica de “economía”, traducida del griego significa “casa”). Negar lo anterior no es matar a Marx, es asesinar todo el pensamiento filosófico y científico que ha surgido desde la antigüedad hasta nuestros días y quedarse con la creencia, con la especulación, con la resistencia ante la necesidad (obligatoriedad dada por el desarrollo universal) del cambio. Y si hay resistencia por parte de los individuos, se entenderá que la hay por parte de conglomerados sociales, por sistemas políticos, sociales, económicos y de gobierno. Concretemos: el que la rebelión de Espartaco no haya triunfado no impidió que el esclavismo, a fin de cuentas, dejara de existir como modo de producción prevaleciente para dar paso a otro nuevo; que 60 años de implantación del socialismo en una nación –atrasada, por cierto (Rusia)- se haya derrumbado, no obsta para creer (sí, subrayo “creer”, no “saber”) que el socialismo ha sido enterrado. Surgirá, como dice Engels en su Dialéctica de la Naturaleza respecto de la mente pensante, “…en otro tiempo y espacio”.

Decía que para el enemigo gratuito, al neófito (lo que no es peyorativo, sino que califica a quien no sabe) y para quien tiene intereses, constituyó una suerte de alivio la desaparición del bloque socialista; sin embargo, habría que aclarar que la existencia de dos bloques contrarios cuyos arsenales nucleares –que en caso de ser utilizados podrían hacer desaparecer de la faz de la Tierra la especie humana- mantenía un frágil equilibrio de fuerzas mediante el cual se podía sostener una correlación de fuerzas que se traducía en paz mundial mediante un reparto de zonas de influencia con cierta estabilidad; si se quiere, endeble. Berlín, y más tarde Cuba, eran los laboratorios donde se creaba esa paz. “De aquí para acá es mío y me lo respetas, y de aquí para allá es tuyo y te lo respeto”. El Tercer Mundo era tierra de nadie y ahí podemos echar mano de elementos para vaciar en los matraces, pipetas y tubos de ensaye de nuestros laboratorios. Ahí dirimimos nuestras diferencias, ahí descargamos nuestra violencia contenida.

A la caída de “La Cortina de Hierro”, ese equilibrio se rompió. ¿Había que alegrarse? Sólo siendo un tanto sadomasoquista.

La unipolaridad hizo concebir a los Estados Unidos la idea de crear un imperio, como el de Carlos V, donde nunca se pusiera el Sol cimentado en su poderío militar. Entonces, amparándose en falacias y provocaciones diseñadas en el Departamento de Estado, la CIA y en el Pentágono, comenzaron a instalarse y a invadir países árabes y a desquiciar la correlación de fuerzas en Medio Oriente con una doble finalidad: acercarse y cercar a Rusia y adueñarse del petróleo de aquellos países; para ello cuentan con un aliado cuyos hombres más poderosos, casualmente, alimentan y dirigen el sistema financiero y bancario de los Estados Unidos: Israel. Por ello entraron en Kuwait, dos veces en Iraq en pos de acabar con un arsenal de armas bacteriológicas que no existían, en Afganistán pretextando la persecución de terroristas que ellos mismos entrenaron: la gente de Bin Laden (quien inexplicablemente no ha sido capturado y cuya familia estaba asociada con los grandes empresarios petroleros de los Estados Unidos, entre ellos la familia Bush), durante la Guerra Fría para combatir a los soviéticos. [N.B.: respecto al mismo 11 de septiembre, hay más de una opinión de analistas norteamericanos –sí norteamericanos- que dejan escapar la teoría de que fue fraguado en el Pentágono, la CIA y el Departamento de Estado para pretextar la ocupación de Iraq y Afganistán; si son capaces de matar a sus propios ciudadanos para asegurar su dominio mundial –seguridad nacional- ¿de qué no serán capaces fuera de sus fronteras?]. La misma mentira de las armas bacteriológicas en Iraq, solo que con armamento atómico, pretenden pretextar para invadir Irán, lo que hasta ahora no ha prosperado. Geopolítica de la mentira.

En la actualidad, sólo cinco Estados juntos podrían equiparar el poderío militar de los norteamericanos; éstos, ante el espectro de la unipolaridad, transformaron su esquema económico para alimentar y desarrollar su industria militar. Cuentan con innumerables bases militares en todo el orbe; flotas navales de guerra en todos los mares; aviones que sobrevuelan y vigilan todos los cielos.

Más temprano que pronto, se viene abajo el sueño de la unipolaridad -que fue diseñada bajo las prerrogativas del American Century, una instancia informal forjada al auspicio de militares, financieros industriales petroleros y políticos- porque se crean nuevos polos continentales y de naciones altamente desarrolladas para defenderse del embate económico y militar norteamericano: China, Japón, Alemania, Rusia. Europa da el gran paso: se unifica desde varias perspectivas que la hacen concebir en la práctica como una sola nación: una sola moneda, un parlamento supranacional, libre tránsito de las fronteras. Un banco central. [N.B.: Al respecto: se especula que otro de los motivos que tuvo Estados Unidos para invadir Iraq fue que Saddam Hussein pretendía cobrar en Euros la venta del petróleo que esa nación produce].

La Guerra Fría otrora sostenida contra el bloque socialista, cede su paso a una guerra “tibia” con Europa y las potencias asiáticas.

Recién sale Estados Unidos de la peor crisis recesiva, después de la de 1929 (de la que uno de los países más afectados fue México por la dependencia económica en que se ha acelerado desde hace 25 años), cuando Grecia, la cuna de la civilización occidental, la cuna de la democracia, se hunde en una debacle deudora. Lo anterior podría enmarcarse como un paso ulterior a lo que los teóricos del Pentágono conceptúan como “Guerra de Cuarta Generación”: una guerra instrumentada desde los centros financieros para desestabilizar monedas –y, en sí las economías en conjunto- de los bloques continentales. De estas guerras, los países europeos asociados más débiles –en el caso Grecia, con una deuda exorbitante, y le seguirán Portugal y España- son los más afectados; igual en el caso de los países americanos asociados –vía TLC- México se ve arrastrado a esa misma condición a pesar del falso optimismo de las cifras del gobierno calderoniano.

Veamos este lado del mundo.

Solamente, dentro de su territorio, Estados Unidos cuenta con algo más de 4, 700 bases militares; las leyes norteamericanas prohíben la actuación militar dentro de su territorio –por cierto, también las mexicanas, por lo que el gobierno de Calderón estaría violando la Constitución- pero nada les impide hacerlo en el extranjero, así que lo hacen.

Geopolítica. Seguridad nacional (de los Estados Unidos, desde luego). Estrategias globales para la América no sajona, tal como las han diseñado para Medio Oriente y el mundo árabe, como arriba mencionamos: instalando sus ejércitos; en función del Plan Colombia, en ese país –que cumple las funciones que en aquellos lares desempeña, no Israel, sino Paquistán (no de aliado, sino de empleado)- se encuentran siete bases militares norteamericanas.

Y lo mismo se está preparando con la Iniciativa Mérida. Estados Unidos plantaría su ejército aquí para “defender” el suelo de una patria que no es la suya pero sí una zona importantísima, ya que nuestro petróleo forma parte de “sus” reservas estratégicas –desde luego, por decisión de Washington- dejando al ejército mexicano las tareas de carácter policial –en lo que Calderón, como jefe máximo de las fuerzas armadas, está más que dispuesto a aceptar, lo que queda demostrado al permitir la injerencia de instancias militares y de inteligencia norteamericanas (lo que de suyo constituye un acto contemplado en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos como TRAICIÓN A LA PATRIA) en “su” combate a los capos de la droga- en conjunto con la formación de grupos paramilitares, guardias blancas, mercenarios, para contener los brotes de inconformidad y disidencia. (Recuérdese Acteal –antes, durante Zedillo-, Atenco, y Oaxaca).

El plan de lucha contra la delincuencia organizada de Calderón, no es de Calderón; él, su gobierno y su corte de políticos corruptos y magnates que lo entronaron en el poder sólo son un instrumento. La táctica es de Estados Unidos. ¿Por qué? Porque, como comentamos en el párrafo anterior, México forma parte de las reservas estratégicas de petróleo para Estados Unidos. Se trata de la seguridad nacional de Estados Unidos, no de México.

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