¡Para Dónde es la Derecha y para dónde, la Izquierda?
¿PARA DÓNDE ES LA DERECHA
Y PARA DÓNDE, LA IZQUIERDA?
Por: Gabriel Castillo-Herrera.
La pregunta que da título a estas líneas se antoja ingenua o, inclusive, necia: cualquier persona, desde la más tierna infancia sabría la respuesta. Sin embargo, tratándose de posiciones de orden político, parece ser que hoy la mayoría de ciudadanos que se relacionan con aquél ejercicio –sean funcionarios, analistas, representantes populares elegidos o elegibles- prefieren pasar por el nada comprometedor “centro” para no ser tachados de “radicales” o “conservadores” y, sí, “bien portados”.
Se escucha, frecuentemente, decir: “En los tiempos actuales, es difícil decir qué es ser de izquierda y qué, ser de derecha”. Sí, mejor afirmar que se es “todo lo contrario”.
Más aún si se trata de tomar postura ante el llamado de cierto líder político para “frenar a la derecha”. Todos sabemos a quiénes se refiere; pero es más fácil fingir no entender o mostrarse “centrista” o incapaz de definir qué es lo uno y lo otro con el pretexto de que en la modernidad hay un sinnúmero de consideraciones que difieren de las que privaban cuando se gestaron esos términos como derivación de los sitios que ocupaban los asambleístas franceses en los primeros tiempos post revolucionarios.
¡Desde luego que los tiempos, los lugares, las condiciones, las ideologías y los personajes han cambiado! ¿Quién podría cuestionarlo? Pero tampoco se puede cuestionar que las formas en que se nos manifiesta la realidad necesariamente modifican los contenidos y las esencias. Aquí tendremos que llegar al punto –no resuelto, aún- entre dos formas de pensamiento irreconciliables: una que percibe el mundo material –las sociedades humanas- como una instancia en constante movimiento y otra que lo cree inmutable. Una que afirma que el Hombre hace la Historia y otra que cree que ésta es sólo un reflejo de una idea preconcebida ante la que el Hombre nada tiene que hacer. Una que afirma que el poder político emana del pueblo, al que debe servir, y otra que lo quiere conservar para beneficio de las elites. En cada sentencia, los primeros se situaban a la izquierda de la Asamblea; los segundos, a la derecha.
Un poco de atención a lo anterior nos mostrará que el contenido no ha cambiado, aunque la forma sí.
Hoy no existen las monarquías absolutas; pero tampoco la burguesía está del lado del pueblo llano. Sin embargo, las relaciones de poder –con distintos actores a los de antaño- subsisten en esencia; sólo simulan haber desaparecido tras esa falacia que se ha dado en llamar “democracia”, que no es sino plutocracia.
¿Es difícil hoy determinar qué es la “izquierda” y qué, la “derecha”? ¡Para nada! La primera lucha por la transformación social en beneficio del pueblo (¡Dios mío, eso es “populismo”!), por diluir el poder entre sus miembros; la segunda por la preservación de privilegios y dejar las cosas como están en aras de un “Estado de Derecho” que sólo beneficia a las clases que retienen el poder económico creando la ilusión de que ello es el “progreso”.
En tiempos de Juárez, se les llamó “cangrejos”; hoy son gobierno (federal) que niega la historia.
Correo: arbolperenne@yahoo.com.mx
Y PARA DÓNDE, LA IZQUIERDA?
Por: Gabriel Castillo-Herrera.
La pregunta que da título a estas líneas se antoja ingenua o, inclusive, necia: cualquier persona, desde la más tierna infancia sabría la respuesta. Sin embargo, tratándose de posiciones de orden político, parece ser que hoy la mayoría de ciudadanos que se relacionan con aquél ejercicio –sean funcionarios, analistas, representantes populares elegidos o elegibles- prefieren pasar por el nada comprometedor “centro” para no ser tachados de “radicales” o “conservadores” y, sí, “bien portados”.
Se escucha, frecuentemente, decir: “En los tiempos actuales, es difícil decir qué es ser de izquierda y qué, ser de derecha”. Sí, mejor afirmar que se es “todo lo contrario”.
Más aún si se trata de tomar postura ante el llamado de cierto líder político para “frenar a la derecha”. Todos sabemos a quiénes se refiere; pero es más fácil fingir no entender o mostrarse “centrista” o incapaz de definir qué es lo uno y lo otro con el pretexto de que en la modernidad hay un sinnúmero de consideraciones que difieren de las que privaban cuando se gestaron esos términos como derivación de los sitios que ocupaban los asambleístas franceses en los primeros tiempos post revolucionarios.
¡Desde luego que los tiempos, los lugares, las condiciones, las ideologías y los personajes han cambiado! ¿Quién podría cuestionarlo? Pero tampoco se puede cuestionar que las formas en que se nos manifiesta la realidad necesariamente modifican los contenidos y las esencias. Aquí tendremos que llegar al punto –no resuelto, aún- entre dos formas de pensamiento irreconciliables: una que percibe el mundo material –las sociedades humanas- como una instancia en constante movimiento y otra que lo cree inmutable. Una que afirma que el Hombre hace la Historia y otra que cree que ésta es sólo un reflejo de una idea preconcebida ante la que el Hombre nada tiene que hacer. Una que afirma que el poder político emana del pueblo, al que debe servir, y otra que lo quiere conservar para beneficio de las elites. En cada sentencia, los primeros se situaban a la izquierda de la Asamblea; los segundos, a la derecha.
Un poco de atención a lo anterior nos mostrará que el contenido no ha cambiado, aunque la forma sí.
Hoy no existen las monarquías absolutas; pero tampoco la burguesía está del lado del pueblo llano. Sin embargo, las relaciones de poder –con distintos actores a los de antaño- subsisten en esencia; sólo simulan haber desaparecido tras esa falacia que se ha dado en llamar “democracia”, que no es sino plutocracia.
¿Es difícil hoy determinar qué es la “izquierda” y qué, la “derecha”? ¡Para nada! La primera lucha por la transformación social en beneficio del pueblo (¡Dios mío, eso es “populismo”!), por diluir el poder entre sus miembros; la segunda por la preservación de privilegios y dejar las cosas como están en aras de un “Estado de Derecho” que sólo beneficia a las clases que retienen el poder económico creando la ilusión de que ello es el “progreso”.
En tiempos de Juárez, se les llamó “cangrejos”; hoy son gobierno (federal) que niega la historia.
Correo: arbolperenne@yahoo.com.mx
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