Monday, November 13, 2006

De Cibernarrativa (Tomo 1)



************************************************************************************
CYN.

Esto bien podría ser una carta si me decido a enviártela.
No estoy seguro de hacerlo. Es todo.
México, D.F., a 18 de noviembre de 1992.



MI QUERIDÍSIMA Y ADORADA CYN:


Escucho una sonatina que inunda el ambiente, de la misma forma que la bruma llena la calle de Francisco Sosa donde se encuentra el cafetín que me alberga, de una manera tenue, pero total. En la esquina opuesta, dos mujeres -una ya entrada en años y otra joven- platican en voz baja; lo percibo casi como un cuchicheo. Te lo indico así: (/.../).

Casi frente a mí, una muchacha se dedica a idéntica actividad que la mía. Escribe, escribe y escribe; de vez en vez se detiene, se hunde en largas y profundas cavilaciones, como que no le llega la inspiración o redacta todo un tratado de Ontología. O bien, hace la tarea de la escuela pero no estudió. Quién lo puede saber.

(/...me mienta la madre.../).

Repentinamente, la chava se levanta y pide la cuenta. Espera, (ahora percibo que la música ya terminó; una de las dependientes, cual milagrosa aparición, voltea la cinta en la cassettera y la hace funcionar), recibe la nota, paga y se marcha.

(/...como hindúes, como orientales.../).

¡Carajo!, no puedo concentrarme en lo mío. Ahora el cuchicheo sube de volumen lo suficiente como para poder entender que se trata de una psicóloga que analiza a su ...¿paciente?, ¿cliente?, ¿víctima?, en un petit café, prescindiendo del diván de loquero. (No te ofendas, cheri, yo sé que tomas terapia, pero no quise decirte loquita, es broma. En tal caso, sabes que soy el candidato idóneo para ocupar miles de divanes y sillas incómodas, sólo que me opongo terminantemente a desprenderme de mis traumas. Sabes que soy un neurótico de miedo que se niega a que le quiten lo lorenzo).

(/...No, busca en tu sueño el robo, la revolución, lo sucio... la escatología de la sangre.../).

Ahora llega un barboncito con unos cuadros y saluda a la mujer más joven. Ella, sorprendida y llorosa, dice un ayaunquenolocreasestoyenterapia. El se disculpa. Presentaciones fugaces y ahinosvemos apenados. Barboncito se retira hacia el mostrador.

(/...y esta manipulación por medio de.../)

Digo, hija, ¿y todo esto para qué?, ¿todos estos psicólogos argentinos nos muestran el camino (Sabina dixit) para qué? ¿Para poder tener alguna plática muy “acá” con nuestros cuates más snobs o para impresionar a la nalguita más cercana a nuestros deseos? ¿Para seguir haciéndonos los muy sufridos por no tener los suficientes eggs para responsabilizarnos de nosotros mismos? Además, ¿no es bastante sano apartarnos del camino?, ¿ser un poquito loco? Claro, hay que volver, pero... ¿cuándo vamos a aprender a hacerlo solos?

(/...es una pendejez.../).

Hay que perderse. Sí, Cyn, perderse y volver. Equilibrar el sentir y hacer.


(/...no me hables de atacar al sistema, ataca tus propios problemas y resuélvelos; o, al menos, responsabilízate de tus regadas. Nadie te hace daño en el terreno afectivo si tú no lo permites.../).


Si capeas, te estoy mostrando el camino y no te voy a cobrar ni un N$.

LA TERAPIA GRATUITA PARA LA TAL CYNTHIA:

Como va, huei:
¿Para qué tenías que decirme que a él lo amas?

Más:
Que con él descubriste lo que es tener unas relaciones sexuales completas, plenas, placenteras. Que no tiene ni en qué caerse muerto, que lo ves tan falto de iniciativa para emprender grandes propósitos y, sin embargo, -aún así- es “mi niño”. El amor de tu vida.

(Pregunto: ¿ya se te acabó la vida? O...¿ya se te acabó el amor?). Para qué decirlo...¿quién te lo preguntó? Yo sólo pretendía amarte, amarte y nada más. Ni más ni menos: amarte. Ni siquiera te pedí que tú lo hicieras; sé que te gusto y eso me basta. Te defendiste, defendiste tus prejuicios. ¿Tuviste miedo que te amara este amor sin condiciones? Sí, eso creo.

(Ya se fue el barboncito).

¿Para qué untarme en la cara que a él lo amas y no a mí? ¿Para que entienda que no te vas a enamorar de mí? Pero si... ¡yo no te lo pedí nunca! Sólo deseaba que te dejaras amar porque -eso sí- estoy como loco perdido sin ti. En todo caso...¿para qué que él esto y lo otro?

Responsabilízate de tu no-amor hacia mí; te evades tratando de liberarte de culpas, que nadie te ha echado, diciendo que lo super amas, que lo hiperamas. En última instancia, a mí me vale, es muy tu gusto.

(¡Éjele, ni soy celoso!).

Me escucho decir: “¿Me das la cuenta, por favor?” Y me veo escribir hojas y hojas (lo hago rapidísimo, ya llevo veinte) con el apócope de tu nombre, ése que inventé: Cyn.

¿Sabes? Después -el próximo 21 de marzo, con el fuego nuevo- las voy a quemar para olvidarme de ti.

Además, puse tu foto –mojada- en un árbol; cuando se seque, el viento se la llevará lejos. Bye.

A T E N T A M E N T E

YO SOY AQUÉL

P.D. : Ya se fue de la casa el gatito que me diste, el “Pichicuás”.

0 Comments:

Post a Comment

<< Home